El hecho de estar haciendo wwoofing en un lugar lejano hace que no haya mucho para contar más que actividades laborales y reuniones entre kiwis para ver el Mundial de rugby o cualquier pretexto para tomar una cerveza. Hace tiempo queríamos ir a visitar a Flor y Nico, nuestra pareja amiga en Nueva Zelanda, quienes nos habían sugerido ir a ver un festival de globos aerostáticos no muy lejos. Nos pareció una gran excusa para pasar la tardecita y vernos. Aparte habíamos chusmeado acerca de éste festival que se hace en todo el mundo, y la última vez en Hamilton, Nueva Zelanda, había tenido muy buena repercusión.

Con unas frescas encima y unas ganas de un pipi room (?) tremendas ingresamos al predio de polo que ya de entrada tenía un cartel en la entrada que decía “Racing Club” (lo tendríamos que haber sospechado!). Para nuestra suerte dejamos el auto estacionado en la calle. La entrada decía que incluía estacionamiento pero al ingresar te cobraban $5 el parking. Preguntamos por los baños químicos y nos indicaron el camino. Había en total 4 para las miles de personas que había adentro. Nico hizo provecho de su género y se fue a los árboles del fondo, yo hice la larga cola y esperé. Lo único destacable es que cuando entre a ese cubículo con las carilinas en la mano todo lucía impecable, ni el más mínimo olor. Papel higiénico, tabla LIMPIA (!!), todo perfecto. Me sigo sorprendiendo de los buenos modales.

La tarde caía y aprovechamos para chusmear los puestitos de comida que tentaban, pero los precios no. Al cabo de un rato, empezó el show.

Había 4 globos sobre el piso, a lo lejos podíamos ver un fueguito de un 5to que nunca tuvo globo y que tampoco pudimos entender por qué. Sonaba una música electrónica que solo la escuchaban los que estaban adelante de todo y (se supone, esto interpretamos) el fuego de los globos “bailaba” al compás de la música. Así fue durante media hora. Ni uno se dignó a volar. ¿La tienen a la “Gran Estafa”? Bueno, así, jajaja. La indignación se incrementaba y empezamos a torturar a Flor por la invitación al lamentable evento. Cuando más malo era más nos reíamos porque no la podíamos creer. Terminó, todo el mundo inaudito pero en silencio empezó a despejar el área, ni un chiflido, aaaaalgoooo (??).

Quisimos subirnos a una especie de juego cual parque de la costa de unas navecitas que volaban. Nos cobraban 8 dólares. Optamos por invertir esa plata en Pizza Hut y esa elección + la noche con amigos fue lo mejor que nos pasó en el día!

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