Por acá no lo conté y creo que vale la pena poner en contexto. Hace unos días me enteré que mi perra, Lola, que para mi era mi hermana, mi todo, había fallecido. De más está aclarar que vengo con unos días demasiado revolucionados, con una tristeza imposible de explicar y el ánimo pisoteado.

 

Hoy era un día como cualquier otro fregando pisos en el trabajo y veo tres llamadas perdidas de Agus en el celular. Justo cuando lo estoy agarrando la cuarta.
– Carola, en cuánto terminas?
– Yyyy… tengo para unos 30/40 minutos mas
– Uy no, porque en media hora Omar tiene libre y pregunta si queres volar
– Me apuro, vamos
– Ya te busco

Y así, cuando menos lo esperas, se presentan estas oportunidades. Fuimos rapidísimo para Coronet Peak, nos encontramos con Omar (con quien ya había volado Agus), y cuando me quise acordar ya estaba en su parapente viendo Queenstown desde arriba, con el vientito pegándome en la cara despojando dolores que todavía no sanan y con una sonrisa imborrable que mi cara andaba necesitando =)

Nueva Zelanda y sus hermosas improvisaciones.

image
image
image

Deja una respuesta