Él es John. Un ex combatiente de la Guerra de Vietnam, un ex especialista en bombas caseras, un ex jefe de una banda pesada de motoqueros, un ex nazi, un ex amigo de traficantes de droga. Si, todo eso es este hombre de 70 años, y mucho más. ¿Cómo conocimos a este personaje sacado de una película de acción? Gracias a Couchsurfing.
Volvimos a Phnom Penn y decidimos ver si había algún couchsurfer en la ciudad para poder tener un poco más de información sobre Camboya ya que hasta el momento no habíamos podido interactuar mucho con los locales. Esto nos llevó a encontrar a John que tenía muy buenas recomendaciones de muchas personas que se habían quedado con él por lo que le escribimos y a los minutos nos confirmó.
En su perfil, se podía ver que aclaraba mucho que no nos dejemos llevar por su apariencia y que “no hay que juzgar a un libro por su tapa”. Esto sumado al tipo de referencias que tenía, nos dio más ganas de conocerlo.
Al llegar a su departamento en el centro de la ciudad, John nos recibió con un fuerte apretón de manos, una pared repleta de mensajes de couchsurfers que pasaron por su casa y un: “¿Quieren una cerveza?”. Birras de por medio, comenzó a contarnos – sin que le preguntemos – acerca de sus tatuajes (armas, cuchillos y símbolos de la “ss” nazi. Nos comentó que ese fue un pasado del cual se arrepiente mucho y que no se los borra (al contrario, se los cuida con cremas) porque el pasado no se borra, uno carga con sus errores.
Así fue que pasó el día, entre más cervezas y más monólogos de este hombre neozelandés que hace 9 años que vive en Camboya. Cada palabra venía con un consejo para nuestras vidas o un quiebre en su voz, tragando saliva para no lagrimear.
Cada historia de John sumaba un capítulo más en un libro que esperamos que alguna vez escriba. Cuando una anécdota parecía muy poco creíble el se encargaba de mostrarnos pruebas fotográficas o noticas en el diario.
De pelear en la guerra de Vietnam a fabricar bombas para la guerrilla irlandesa. De ser culpado de una explosión en Nueva Zelanda a crear una banda de motoqueros que tenían como logo la SS, símbolo nazi si los hay. De perderse entre drogras y prostitutas a este hombre que es hoy.
No creo haber contado ni la mitad de las cosas que John nos contó pero agradezco haberme cruzado a este hombre en nuestro camino. Porque él es una prueba de que, no importa a qué edad o en que momento de la vida, nunca es tarde para hacer un cambio rotundo. Y si bien hay cosas que jamás serán perdonadas por muchos -nosotros no somos quiénes para juzgarlos-, agradecemos la confianza que tuvo en contarnos. Porque hasta el tipo más rudo de todos, puede ser la persona más buena del mundo.
Por personas como John, y por tantas otras que nos dio Couchsurfing es por lo que digo que, aunque sea una vez en la vida, tienen que tener la experiencia de dormir en la casa de un desconocido que lo único que quiere es conocer tu cultura, darte un hogar por unas noches, compartir una comida y, quien te dice también, contarte su historia.