4 de enero de 2014
En la hamaca dormí genial, eso sí, los murciélagos volaban a dos centímetros de nuestras cabezas. Cuando amanecimos lloviznaba así que optamos por volver a Taganga un día antes, en dos horitas de larga e intensa caminata ya estábamos dejando el Tayrona y volviendo al pueblito.
En nuestro hostel no conseguimos lugar pero sí en uno cerca, casualmente donde estaban los chilenos que me olvidé de contar que eran 7, todos primos.
A la noche salimos con ellos, yo me dediqué a hablar de política y sociedad, una previa muy intelectual la mía. Después nos fuimos a un par de boliches, bailamos muchísimo, estuvo bueno. Una argentina horrorizada entró al cuarto diciendo que se había cogido a un niño. “Me hablaba con tonadita en pleno acto, un horror, pero bueno, la abstinencia”.