Barú día 1

Como nos habían indicado fuimos a tomarnos los transportes hasta Barú. esta era la forma más económica, después están las lanchitas rápidas que te rompen el culo con los precios.
Nuestra forma económica implicaba más vueltas así que nos tomamos un bondi cerca del castillo que nos llevó hasta el Mercado de Basunto (a chequear). Era una especie de “La Salada” donde cada negocio tenía la música a todo volumen, sumado a que los colombianos tocan bocina absolutamente TODO el tiempo, más los gritos de las personas. Caos. Un cana nos había indicado que el otro bus se tomaba en la próxima esquina a la derecha pero esa esquina jamás llegaba porque eran como varias cuadras juntas. Finalmente ahí lo vimos y nos subimos. El recorrido fue bastante largo hasta “Pasacaballos” desde donde nos trasladarían a Baru. No llegamos a bajar del bondi que teníamos más de 15 tipos con motos ofreciéndose para llevarnos. Con un unánime “No gracias, ahora vemos qué hacemos” íbamos caminando hasta el ferry deliberando qué nos convenía. Los tipos a la par nuestra quemándonos el bocho. Después de negociar el precio conseguimos que nos lleven por 10 mil cada uno, esto incluía el precio del ferry que te cruza hasta la otra orilla. El plan era usar tres motos. Mati se subió a una, Lu y yo a otra, San y Stefano a otra, pero era de un intruso. He aquí el quilombo. Arrancan a discutir y nos decían “Dile a tus amigos que se bajen que este no es nuestro”. No entendíamos nada. Uno re caliente le saca la llave a la moto al “intruso” que según le explicó a los chicos, los otros dos pibitos siempre captan toda la clientela, y está todo mal. Finalmente se calmaron las aguas y resignados fuimos así como estábamos distribuídos. Arrancamos por un caminito de tierra hacia la playa. Imaginen la situación de tres personas por moto, cargados con bidones de 5 litros de agua, mochilas, más bolsas de super llenas de latas. En un momento las motitos se meten por un camino urbio y todos nos miramos con el mismo miedo, pero era para dejarnos en un lugar específico en la playa donde alquilamos nuestras hamacas. Probablemente ellos tengan algún areglo con ese lugar y era el negocio.

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Mientras nos preparábamos para ir al mar que tentaba tanto con ese color bien caribe cae un personaje: “¿Argentinos? Damas Gratis, Los Redondos, Soda Stereo, Virus…”, y se puso a cantar cumbia. Mientras, nos ofrecía pulseras y tobilleras que terminamos comprando. De la nada tira “Alto guiso” y estallamos.

Llegó el momento de ir al mar, felicidad completa! El agua caliente, una pileta y la arena blanca. De más está decir que nos quedamos todo el día ahí.

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A la tardecita intentamos hacer una chocolatada pero la leche en polvo no es nuestro fuerte definitivamente. Un poco de ron, flores, latas de cena y salimos a caminar abajo de la luna que dicho sea de paso era increíble lo que iluminaba. Cada uno muy en la suya disfrutó del momento y yo agradecí una vez más poder estar conociendo un lugar como éste.

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