Nos habían dicho que había un lugar de Myanmar que no podíamos perdernos si íbamos al país, por eso decidimos pasar dos días en Bagán. Al llegar desde la estación de trenes a las 4 de la mañana, muertos de frío, compartimos taxi con nuestras compañeras de viaje españolas. Habíamos debatido sobre si pagar o no esa tonta entrada de 25.000 kyats (aprox. 19 dólares) que los militares supuestamente utilizan para mantener la ciudad pero de la cual poco ve (se dice que solo el 1% va al mantenimiento de los templos).
Finalmente decidimos ir por las vías legales pero, para nuestra sorpresa, no había control alguno. Así que podemos decir que nosotros quisimos pero NO PAGAMOS LA ENTRADA A BAGÁN.
Nuestro alojamiento se encontraba en Nyaung Oo, la zona más económica y bastante cercana a los templos. Este lugar se llama “Lucky 7 guest house” y no lo van a encontrar en ningún lado más que en Facebook. Sus dueños – ya hablaremos bastante sobre esta amorosa pareja – no quieren que se vuelva masivo y quieren mantener el espíritu viajero por lo cual funcionan por el boca en boca o por quien llega a la madrugada en busca de un refugio.
Al entrar a la Guest House nos recibieron Aung y Manuela. Él con una sonrisa y amabilidad poco habitual para esa hora (muy habitual para la gente de Myanmar que nos cruzamos) y ella medio dormida, con cara seria la cual después entenderíamos que era porque acabábamos de despertarla (si me conocieran a mí ni bien me despierto me odiarían).
Alquilamos una moto eléctrica, nos recomendaron dónde ver el amanecer y nos avisaron que el cuarto estaría listo a las 13 horas. Así que medio dormidos y con mucho frío partimos. No puedo explicarles lo que temblaba la moto – no por los baches, por mí – así que si vienen en la época seca (de noviembre a marzo) les aconsejo traerse un abrigo.

Llegamos al templo recomendado pero estaba tan oscuro todavía (eran las 5 y no amanecía hasta las 6:30) que decidimos ir en busca de un café bien caliente. Repusimos un poco de energías y decidimos ir a otro de los templos sugeridos para ver el amanecer. El templo Bulethi fue el elegido.
Mientras llegábamos con la silenciosa moto eléctrica nuestras caras se iban transformando. A lo lejos, ya se podían ver y escuchar las voces de varios turistas ocupando los mejores lugares. Terminaríamos siendo algo menos de 90 personas encima de un templo que hace unos años era poco visitado pero que el crecimiento del turismo en el país y la ciudad lo hizo popular.
Sabiendo que no sería nuestro único amanecer, nos resignamos y nos acomodamos como pudimos y, pese a algunos turistas charlatanes que en el momento nos fastidiaron bastante, pudimos ver y disfrutar de un muy amanecer increíble. La mezcla del sol asomándose con los globos aerostáticos cruzando el horizonte y los miles de templos a contraluz crean un espectáculo único que solo se puede entender al vivirlo.

Aprovechamos unas horas de la mañana para empezar a perdernos por Bagan (es lo mejor que se puede hacer en esta ciudad) pero el sueño nos empezó a golpear la puerta así que volvimos al hotel pese a que faltaba para el check in (recién eran las 9 am). Para nuestra sorpresa, al llegar no solo teníamos nuestra habitación lista sino que Manuela, ya más despierta y con una sonrisa de oreja a oreja, nos invitaba a desayunar pese a no estar pago ese día. Así de bien nos recibía Bagán.
Post siesta, reparados volvimos a salir con la moto en busca del templo ideal para ver el atardecer. Decidimos ir al primero que habíamos descartado por lo oscuro y, esta vez, la cantidad de gente era menor a la del amanecer. Junto a unas 20 personas disfrutamos de un gran atardecer. El sol transformando las estupas de los templos en color rojizo y dorado es espectacular.
La noche la aprovechamos para comer ensaladas y tomar cerveza. Qué combinación no? Pero hay que decir que las ensaladas de Myanmar son lo mejor de lo mejor. No necesitan una gota de sal con lo bien que la condimentan. La ensalada de tomate con cebolla y maní es nuestra favorita.

Al día siguiente nos propusimos ver nuevamente el amanecer pero el cansancio pudo más así que aprovechamos para dormir y charlar un poco con Manuela, una de las dueñas del hostal. Ella está aprendiendo día a día a hablar inglés (es increíble lo rápido que lo está haciendo) así que es muy fácil comunicarse.
Oriunda de Bagó, vivió largos años en Yangón – donde conoció a Aung – en donde tenía su restaurant hasta que decidió irse junto a él a Bagan para abrir esta Guest House. Pese a que prefiere más tranquilidad, le gusta mucho hacer sentir como en casa a los turistas a tal punto que no importa si no tiene más habitaciones, si llegás y necesitas descansar un rato ella siempre va a estar dispuesta a ayudarte.
Post atardecer (otro increíble en un templo casi exclusivo para nosotros) y visita a Old y New Bagan, Manuela nos invitó a cenar junto a Aung. Ahí hablamos del budismo, de cómo se conocieron y de nuestras vidas.


Al día siguiente partíamos hacia Mandalay – otra vez – así que nos fuimos a dormir temprano para ver nuestro último amanecer, uno de los momentos más lindos del viaje sin duda que intenté contarles acá.
Lo lindo de perderse en Bagan es que siempre hay templos por explorar. Están los más conocidos y turísticos que por alguna razón se convirtieron en famosos (o el más grande, o el que tiene varios budas, etc). Allí probablemente te pidan la entrada a Bagan, pero por lo general hay cuatro entradas al templo y no en las cuatro entradas hay control… Otro de los motivos que lo hace lindo es que por lo general en los templos populares hay locales vendiendo artesanías o pinturas, y pese a que siempre esperan que uno les compre algo, muchos se ofrecen a guiarte sin costo alguno por el templo y contarte un poco más de la historia del lugar, y de la historia de su vida también. Es una hermosa oportunidad para intercambiar cultura con la gente local.
En algún momento pensamos en nombrarles y recomendarles templos pero la verdad es que no solo no nos acordamos los nombres, sino que ustedes también se los olvidarían. Simplemente agarren la bici o la moto y váyanse a perder por ahí. No existe “el mejor” lugar para el atardecer o para el amanecer, y si exista probablemente no esté en Google porque se llenaría de gente y dejaría de serlo. Descubran los templos ustedes mismos, es el mejor consejo que les podemos dar.
Cómo llegamos: Nos tomamos un tren desde Mandalay a las 9 PM y llegamos a las 4 AM. De ahí nos tomamos un taxi por 3.000 kyats por persona y zafamos de la entrada a los templos.
Qué nos gustó: Todo.
Qué no nos gustó: El frioooooooo matutino y nuestra falta de abrigo jaja.
Dónde nos quedamos: En Lucky 7 Gueste House. No aparece en internet, solo se los puede contactar por Facebook y sino aparezcan directamente ahí que Manuela y Aung los van a recibir a cualquier hora. Pagamos 20 USD la habitación para los dos con baño privado y desayuno.
Qué hacer: recorrer Bagan y sus miles de templos. Ver sus amaneceres y puestas de sol.
El tip: alquilar moto eléctrica o bici y perderse por ahí. No sigan consejos de blogs ni nada. Encuentren el templo que más les guste para disfrutar del amanecer o atardecer.
El tip 2: si no quieren pagar la entrada a Bagan pueden acordar con el taxista un precio para que los lleve por un camino alternativo y que no pase por el control. Sabemos de gente que lo hizo. Nosotros pasamos por el control y no había nadie así que sin querer, nos salió bien.